Un día de las madres común, la historia de Graciela
Tal y como ha ocurrido en los últimos trece años, Graciela (*) sale de casa y lleva a su pequeño hijo de cuatro años, al kínder que se ubica a tres cuadras de casa.
Con apenas 29 años, ya tiene un hijo de 13 que acude a una secundaria y que ha sido su apoyo desde que nació el pequeño pues admite que sola no habría podido con la tarea.
Graciela no se considera una “madre luchona”, pues a pesar de haberse embarazado a los 15 años, casi de 16, no sintió que la vida se le arruinase: “Los papás del chico que era mi novio se lo llevaron de aquí y nunca más le volví a ver. Me ofrecieron dinero para que no tuviese al bebé, sin embargo, mi familia también tenía una buena posición y mis padres me apoyaron en mi decisión”.
Sorprendentemente, Graciela trabajó hasta poco más de los siete meses de embarazo y debido a sus calificaciones, se le permitió continuar en la escuela para que concluyera sus estudios de bachiller.
Tres meses después de haber nacido su primer hijo, volvió a la escuela y además trabajó para pagar la guardería del bebé: “Me siento orgullosa de no haber dado esa carga a mis padres. Pagué la guardería de mi bebé y seguí estudiando y trabajando”.
En un país como México, en donde la tasa de embarazos entre niñas de 13 y 16 años se disparó de forma dramática, el esfuerzo de Graciela es digno de destacarse, pues asegura que jamás fue una carga para sus padres: “De ellos he recibido amor y mucho más para mis dos hijos”.
Recuerda con tristeza a algunas amigas que, al contrario, tuvieron hijos, los dejaron con sus padres y continuaron con una vida desenfrenada: “Algunas de ellas no sólo le dieron esa carga a sus madres, sino que no les ayudaban en nada y encima, al poco tiempo les llevaban otro hijo, y otro”.
Hoy, Graciela trabaja en dos escuelas dando clases y además, atiende a alumnos con cursos de inglés de lunes a sábado por las noches: “Termino muy cansada, pero todo vale la pena con tal de pasar los fines de semana con mis hijos”.
Asegura que jamás ha buscado a los padres de sus hijos, con todo y que el primero pregunta por su padre en ocasiones: “Ambos llevan mis apellidos, pero no me siento dueña de sus vidas. Sé que preguntan por sus padres y que en algún momento podrán buscarles, no me opondré, es su derecho”. Lo que deja por sentado es que jamás requirió un peso de ambos, aunque en un principio vivió con estrecheces económicas jamás aceptó ayuda económica ni de sus padres.
Graciela recomienda a las jovencitas no dejar de estudiar, ni dejar de tener sueños: “Cuesta mucho trabajo ser madre, trabajadora y estudiante a la vez, pero las mujeres somos buenas para administrarnos. Algo que también recomiendo es que los hijos son primero y debemos aplicar en gran parte de nuestra vida la renunciación. Yo dejé a un lado fiestas, reventones, aventuras amorosas y todo ello por mis hijos, ellos merecían mi atención y mi tiempo”.
Aclara que jamás sufrió un desengaño: “Yo amé al papá de mi primer hijo, pero fue débil y un tanto cobarde, terminó obedeciendo a sus padres y al papá de mi segundo hijo lo acepté porque yo me di un momento para amar. No me equivoqué al amarlo ni mucho menos para aceptar mi embarazo, fue mi decisión y esa decisión me ha hecho muy feliz”.
En un día como hoy, Día de las Madres, recibe de sus hijos el mismo amor de todos los días, pues no piensa que deba haber un día especial para celebrar: “Soy madre de tiempo completo, aunque estoy con ellos unas horas entre semana, mi trabajo es para ellos, para darles lo mejor”.
Espera que sus hijos jamás le regalen estufas, lavadoras o planchas: “Son detalles bonitos, pero eso me lo puedo comprar, prefiero que me amen y me regalen tiempo de calidad. Ahora son pequeños y solo quieran estar conmigo, espero que cuando sean grandes también me busquen y me den su amor”.
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¡Quédate en casa!
Miguel Ángel Gómez Ruiz/RCK Noticias/Xalapa, Ver.
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